Miradas Perdidas

miércoles, marzo 29, 2006

La teoría de los dos demonios

Apesar de que todavía existen personas que justifican el accionar asesino y delirante de las Fuerzas Armadas Argentinas durante el macabramente llamado "Proceso de Reorganización Nacional" -por ejemplo el diario La Nación- validando la Teoría de los Dos Demonios, a mi no me quedan dudas de que tal postura es una falacia. Hasta en el informe de la Conadep sobre la desaparición de personas, el Nunca Más (reconocido socialmente como ícono de la lucha por la verdad), Sábato plantea esta teoría explicando en el prólogo que "durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda". Y es por esto que gran parte de organizaciones ligadas a los DDHH y hasta las mismas Abuelas de Plaza de Mayo lo rechazan.
En fin, no me quiero ir en palabras porque en este texto que les quiero presentar se resume muy claramente lo que pienso al respecto. Está escrito por el Dr. Enrique J. Marchiaro y lo encontré navegando un día por este hermoso río de información (ojo porque hay de todo, eh!) que es la net. El subrayado es mio. Espero les guste...





La teoría de los dos demonios

El proceso militar fue mucho más que una respuesta a la guerrilla del ERP y Montoneros. Por ello es nocivo -no sólo falaz- reducir la revisión del pasado a "una lucha entre los dos demonios".

La detención de ciertos ex líderes montoneros (quienes siguen renegando del control judicial y de una cuota mínima de autocrítica, al igual que los ex represores) puso a la luz situaciones conocidas para algunos.
Situaciones que de tan conocidas fueron negadas sistemáticamente a pesar de la contundencia de los hechos.
El control judicial permite no sólo la pena sino ante todo la verdad (de allí lo fundamental de los "juicios de la verdad"). Por ello quienes detentaron una cuota de poder e impunidad repudian al Poder Judicial, pues un juicio puede ser una forma de hacer público lo que desean mantener en secreto. Algo de esto hay en el tema del actual proceso a Firmenich.Más allá de posibles móviles políticos (también dijimos que el actual Presidente los puede tener, es inevitable) el error más grave es que de nuevo se limite el tema de los setenta a una "guerra" entre terroristas de un lado y del otro y la sociedad civil en el medio, impoluta. Al margen del proceso mundial de los setenta y de la propia historia patria, tan sangrienta y violenta como la europea y mundial.
Hemos dicho que es difícil asumir este pasado para quienes tienen más de treinta años y traumático seguramente para quienes vivieron de cerca hechos difíciles. Hagamos un ejercicio: cuando vemos cualquier hecho histórico del siglo XX argentino es inevitable "tomar partido" y "sanamente" identificarnos con cual o tan tendencia social. Pero cuando vamos a los setenta, ¿quién asume lo que fue, apoyó o dejó de hacer?¿Quién que no estuvo dirá "yo creo que tal sector tuvo más razón que el otro? ¿Quién se esforzará en ver las causas de la peor tragedia?
La teoría de los dos demonios dice lo siguiente: la sociedad argentina fue invadida de un día para otro por un demonio (los terroristas) y apareció como reacción otro demonio (los militares). Estos se fueron de control y todo terminó como luego se conoció con el Informe de la Conadep.Esta teoría tuvo móviles políticos (servir en la transición democrática) pero partió de una profunda visión de la sociedad argentina, la que vivió "de miedo en miedo" durante todo el siglo XX y lo sigue hoy viviendo (el miedo a la desocupación, a la exclusión, a enfermarse, etc.).
Esta teoría no es real hacia el pasado: el terrorismo de Estado aquí y en cualquier lugar del mundo es el peor de los terrorismos. Pues es el Terror Absoluto, sin límite ni control. Es el Estado que debe defendernos que se convierte en una máquina impersonal que aniquila física, moral, política y civilmente a sus ciudadanos.
Esta teoría no es real hacia lo que pasó: la sociedad argentina se fracturó hacia los sesenta en lo político (un conglomerado -liderado por el peronismo pero que no se agotaba en él- prometía cambiar las bases del poder en el país). Esta fractura de la sociedad nacional se daba también en Latinoamérica y el resto del mundo: el capitalismo estaba en jaque y parecía que "La hora de los pueblos" estaba por suceder.Ante ello el poder real mundial procedió brutalmente y reconfiguró económica y políticamente América Latina y buena parte del resto del mundo: mediante dictaduras feroces evitó el cambio social y la pérdida de privilegios y poder. Esto es lo que pasó: los sectores concentrados de la economía argentina de la mano de los militares sí se beneficiaron con el cambio y nació entonces el "neoliberalismo", cuyas consecuencias recién entendemos con el colapso 2000-2001.
La teoría de los dos demonios ha sido rebatida en el Juicio a las Juntas: allí se prueba sin duda alguna que el plan militar de represión y desaparición de disidentes alcanzaría a determinada dirigencia argentina que en su gran mayoría no pertenecía al ERP o Montoneros.Allí se probó que no fue una guerra sino una cacería. Allí se probó que antes del 24 de marzo de 1976 el problema de la guerrilla urbana estaba solucionado militarmente.La teoría de los dos demonios, finalmente, es peligrosa hacia el futuro: si reducimos el Proceso Militar a una lucha entre dos facciones terroristas dejamos de lado el problema central. Un sector de la propia sociedad argentina se arrogó el derecho de aniquilar a disidentes e imponer a sangre y fuego un modelo de país que hipotecó el futuro de generaciones. Hubo vencedores y vencidos, hubo quienes ganaron y quienes perdieron. No hubo una sociedad violada por uno u otro demonio sino que de su propio seno surgió el peor de los males, claro que incubado como dijimos por el poder internacional (La Comisión Trilateral con personas de carne y hueso, como H. Kissinger, brillante y brutal intelectual responsable junto a otros del "Terrorismo de Estado de América Latina").
Por ello entender el "Proceso" es clave para encontrar salidas a futuro. Y por ello los juicios actuales (incluso los que les tocan a los indultados como el mesiánico Firmenich) pueden servir, ya que son una oportunidad para alcanzar la verdad del horror y el consuelo que en lo personal y social el país requiere. Todavía hay mucho que hacer para que sea posible el "Nunca más".


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